Cellar Door

Tuesday, May 29, 2007

Caga luego: ahora tengo que ir a la ópera (I)

Como La Traviata, de Giuseppe Verdi, dividiré esta entrada en tres actos con sus tres correspondientes subtítulos. El primero y más corto consistirá en un planteamiento de la situación y en una explicación, breve pero necesaria, de semejante título bizarro. El segundo se asimila, de toa la vida, al nudo de la narración, y como la nuestra es más que nada un nudo gigante, pues supongo que deberé hacerlo algo más extenso. Algo, sólo, porque nos quedará el tercer acto: como Violetta muere ante Alfredo podrida de tuberculosis, el final de esta semana tan intensa muere con un maratón turístico inolvidable. Empecemos.


I ACTO. El amo del calabozo

"Llegamos a un mundo fantástico
lleno de seres extraños.
El amo del calabozo
nos dio poderes a todos"

Sí, acabo de escribir los primeros versos de la canción del opening de Dragones y Mazmorras, y, por supuesto, no gratuitamente. Nuestro dragón se llama Katharina y, aparte de acostarse a las 11 y media todas las noches, so pena de sufrir un colapso en el cerebelo por el estrés que le provoca el cambio de hora, tiene otras extrañas costumbres. Los dragones acostumbraban a guardar tesoros: Katharina guarda balcones. Aún no le ha dado por ponerse a vigilar el water, pero todo se andará. Cuando una servidora intentó, el jueves pasado, pasar un segundo al balcón a tender la ropa, el malvado dragón rugió que se esperara un momento para pasar por su cuarto -trámite peligroso pero necesario-, puesto que estaba hablando con sus padres (sí, yo tampoco veo la relación entre una cosa y la otra, especialmente con el dominio fluido del alemán que Dios me ha dado y la comprensión hablada que de éste tengo).
La valerosa española intentó tender sus bragas de nuevo al cabo de un par de minutos. Lo siguiente que recuerda es el pelo rojo y cardado de nuestra estupenda teutona agitándose mientras su boca se abre: "No me gustas. ¡¡¡FUERA DE MI CUARTOOO!!!" Bueno. Nadie me chilla, y menos esta buena lagarta, así que la cosa se lió, el cerebelo de Katharina sufrió uno de sus extraños ataques y le dio por llamar a la casera. "La española me ha forzado a abrir el balcón, es mala, mala, mala". Claro que soy mala, y eso que aún no me he puesto a tender sujetadores, muajajajajaja.
A partir de ahí, claro está, la fiel escudera de nuestra valiente guerrera Tiendebragas y la propia guerrera (léase Mar y yo) desarrollaron un jugoso repertorio de bromas con El Dragón como protagonista. Una de ellas, la mejor, nació cuando volvíamos de Nápoles, ya en Roma, con un retraso de más de una hora del tren, un atasco de tres pares de narices en el autobús y unas ganas locas de darnos una ducha antes de ir a ver la ópera (a pesar de que llevábamos más de una hora de retraso, ejem). Suelto yo: "Con la suerte que tenemos hoy, seguro que cuando lleguemos está el baño ocupado por la alemana cagando todo lo que lleva atrasao". Y Mar: "Si lo está, la saco de una oreja y escribo con su sangre en la pared: caga luego, tengo que ir a la ópera". Esa frase ya quedará para la posteridad, seguro. Mar dice que intente decirle en alemán si me da el arco de fuego, o algo así. Total, al Amo del Calabozo no había que decirle mucho más y se estaba tranquilito...
Cuando llegamos a casa, por suerte o por desgracia, la alemana seguía con su estreñimiento y se había ido a aposentar su enorme trasero a otro lado. Mientras, la guerrera Tiendebragas y su fiel escudero...

Continuará

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